A falta de tan solo dos meses para comenzar el Mundial Japón vuelve a vivir en la inestabilidad. Vahid Halihodzic, el seleccionador que llevó a Japón al Mundial, ha sido cesado. La situación actual dicta que un entrenador interino, Akira Nishino, llevará la nave nipona en Rusia 2018. Así las cosas, el pesimismo reina en otro país asiático.
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Dudas y problemas en la labor de Vahid Halihodzic
Para empezar, la selección nipona no ha dado signos de fortaleza en ningún momento. La fase de clasificación asiática ha sido un camino duro y arduo para Japón. Un grupo de jugadores que debería haber solventado sin problemas una clasificación que ha sido un sin fin de problemas. Contratado para dotar de seguridad y habilidades sin balón a un conjunto que destaca por su capacidad técnica en tres cuartos. Sin embargo, ni ha mejorado sin balón ni ha potenciado las habilidades de sus principales figuras.
El empate ante Singapur en Saitama marcó el primer punto de conflicto. Un empate que no sería determinante para superar la fase. Sin embargo, marcó la primera línea de fricción en un equipo que seguía adoleciendo de capacidad goleadora. Japón empezaba a asimilar que con Vahid Halihodzic se perdía la principal virtud del futbolista nipón: la alegría y juego combinativo que caracterizaba a los Samurai Blue.
La última fase de clasificación fue determinante
La tercera fase tampoco mejoró la situación. El primer encuentro marcaba una derrota, de nuevo en Saitama, ante Emiratos por 1-2. Primera piedra en un camino que nunca ha sido fácil. En casa se solventaron los encuentros ante Irak y Arabia Saudí con mas problemas de los esperados. De hecho, solo los puntos logrados a domicilio permitieron a la escuadra de Vahid Halihodzic acabar la clasificación como primeros del grupo. Sin embargo, las sensaciones no mejoraban. Los amistosos de marzo han sido la puntilla que ha precipitado los acontecimientos.
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Problemas internos y falta de soluciones
Durante toda la etapa de Vahid Halihodzic al frente de Japón no se ha conseguido solventar no de los problemas más acuciantes. La retirada de Yasuhito Endo ha dejado huérfano a Hasebe. Durante este periodo no se ha conseguido dar con la tecla para buscar un acompañante claro para Makoto Hasebe. Y este hecho ha condicionado especialmente el entramado ofensivo del equipo. Sin un creador definido, la fase ofensiva del juego nipón no ha ido en una dirección concreta. En resumen,
Finalmente, los roces con los pesos pesados del vestuario tampoco han ayudado al preparador bosnio. Okazaki, Kagawa y, sobre todo, Keisuke Honda no han jugado con asiduidad. Además, tampoco se ha dado la alternativa a jugadores que piden paso a voces. Jugadores, por otro lado, que serán importantes en la Copa Asiática de 2019.
En resumen, ni mejora del juego sin balón, ni rastro del juego combinativo habitual de Japón, ni, tampoco, relevo generacional que ya va pidiendo el combinado asiático. Sin embargo, tampoco la JFA ha acertado con el momento. Ahora, a falta de dos meses, Japón dilapida sus perspectivas mundialistas. Como hace unos meses hicieron Arabia Saudí y Autralia, ahora llega la crisis de Japón. En resumen, se acerca un Mundial en el que, de nuevo, solo Irán parece con capacidad para hacer un buen torneo.
Foto de portada: japantimes.co.jp
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